AFP.- El presidente estadounidense, Joe Biden, pidió a Israel que no utilice la ayuda humanitaria como “moneda de cambio” en la Franja de Gaza, asolada por la hambruna tras cinco meses de guerra entre Israel y Hamás, e hizo un llamamiento a un “alto el fuego inmediato”.
“Estoy trabajando duro para lograr un alto el fuego inmediato de al menos seis semanas”, declaró Biden durante su discurso anual sobre el estado de la Unión el jueves, anunciando también la construcción de un puerto temporal en Gaza para hacer llegar más ayuda.
Estados Unidos, principal aliado de Israel, presiona cada vez más a este país que solo permite la entrada con cuentagotas de ayuda a Gaza. La ayuda “no puede ser una consideración secundaria ni una moneda de cambio”, afirmó el mandatario.
La construcción de un “embarcadero provisional” llevará varias semanas y no implica el despliegue de soldados estadounidenses sobre el terreno, indicaron funcionarios estadounidenses, precisando que se informó a los israelíes.
Según ellos, la ayuda marítima llegará desde el puerto de Larnaca, en Chipre, país de la Unión Europea más cercano geográficamente a Gaza.
Sin embargo, altos cargos de la ONU aseguraron que las entregas por aire o mar no pueden sustituir a las terrestres y advirtieron de la “hambruna generalizada casi inevitable” en el asediado territorio palestino.
La ONU afirma que 2,2 millones de los 2,4 millones de habitantes de Gaza están al borde de la hambruna.
“La diversificación de las rutas de suministro por tierra” sigue siendo la solución óptima, afirmó Sigrid Kaag, coordinadora de ayuda de la ONU para Gaza.
Según el ministerio de Salud de Gaza, gobernado por Hamás, al menos 20 civiles –en su mayoría niños– han muerto de desnutrición y deshidratación.
La situación es especialmente crítica en el norte, donde el reparto de ayuda por tierra es casi imposible debido a los combates, la destrucción y los saqueos.
El 29 de febrero, soldados israelíes abrieron fuego contra una multitud hambrienta que se abalanzó sobre un convoy en Ciudad de Gaza.
El ejército afirmó el viernes que su “análisis” de lo ocurrido ese día, cuando según Hamás murieron 115 personas, “reveló que las tropas no dispararon contra el convoy humanitario, sino contra varios sospechosos que se acercaron a los soldados y representaban una amenaza”.
Hasta ahora la guerra ha dejado 30.878 muertos en Gaza, en su mayoría civiles, según el último balance del ministerio de Salud.
El conflicto se desencadenó cuando los combatientes de Hamás atacaron el sur de Israel el 7 de octubre y mataron a unas 1.160 personas, según un recuento de la AFP basado en cifras oficiales israelíes.
Los islamistas también secuestraron a unas 250 personas. Israel estima que 130 siguen retenidas en Gaza, de las cuales 31 habrían fallecido.
Los mediadores –Estados Unidos, Catar y Egipto– esperan alcanzar un acuerdo para una tregua que incluya la liberación de rehenes a cambio de prisioneros palestinos antes de que comience el ramadán, mes sagrado para los musulmanes que empieza a principios de la semana que viene.
Las conversaciones en El Cairo con representantes de Hamás se suspendieron tras cuatro días y se espera que “se reanuden la próxima semana”, según la cadena AlQahera News, cercana a la inteligencia egipcia.
Las negociaciones “no están rotas” y las “divergencias se están reduciendo”, aseguró sin embargo el embajador de Estados Unidos en Israel, Jack Lew.
La delegación del movimiento islamista abandonó la capital egipcia después de que Israel no cumpliera sus “exigencias mínimas”, según un responsable palestino.
Hamás, considerado como organización terrorista por Israel, Estados Unidos y la UE, exige un alto el fuego definitivo y que las tropas israelíes se retiren de Gaza antes de firmar cualquier acuerdo.
“El ejército israelí seguirá operando en toda la Franja de Gaza, incluido en Rafah, último bastión de Hamás”, reiteró el jueves el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Para su “victoria total”, Israel dice que prepara una ofensiva terrestre en esa ciudad del extremo sur de Gaza, donde se hacinan 1,5 millones de palestinos, según la ONU.
Unos kilómetros más al norte, los tanques israelíes abandonaron esta semana el centro de Jan Yunis, dejando detrás una enorme destrucción tras meses de combates y bombardeos.
“Ya no pueden ni encontrar su casa. Es como si hubiera habido un sismo”, declaró Samir, que regresó a la ciudad de la que fue desplazado.