Reuters.- Bob Dylan, Shakira, Sting, Justin Bieber, Neil Young, Red Hot Chili Peppers, Bruce Sprinsgteen… y, ahora, Enrique Iglesias. El cantante madrileño de 48 años se ha unido este miércoles a ese selecto club: el de los artistas que han decidido vender sus catálogos musicales, perder los derechos sobre sus canciones y, a cambio, meterse en el bolsillo un puñado de millones. Tal y como ha anunciado en exclusiva el medio económico Bloomberg, Iglesias ha vendido toda su música a Influence Media Partners. Además, también les ha vendido sus derechos de su nombre y de su imagen.
Por el momento no se ha sabido el valor del catálogo, es decir, el dinero que se ha embolsado el artista, pero fuentes cercanas a él que han preferido no identificarse han confirmado en la publicación que “una cantidad de nueve cifras”, es decir, superior a los cien millones de dólares (un mínimo de 93 millones de euros). La firma neoyorquina tiene derechos de otros artistas, como el cantante country estadounidense Blake Shelton, la cantante y compositora Julia Michaels (que acaba de ponerle la banda sonora a la última película de Disney, Wish), la compositora Ali Tamposi (creadora de Havana, de Camila Cabello; o Break My Heart, de Dua Lipa) y los raperos Logic y Future.
En una entrevista con Bloomberg, el manager de Iglesias, Fernando Giaccardi, ha bromeado afirmando que la empresa había logrado “una ganga”. “Podíamos haber sacado más dinero si hubiéramos ido a más sitios, pero no lo hicimos porque no se trataba de eso. Era una cuestión de la relación, de cómo podíamos ayudarnos unos a otros y posicionar esa música”, afirma el representante, que explica que el propio Iglesias ha estado muy presente en el proceso de negociación. A finales de 2020 Bob Dylan vendió su catálogo a Universal por unos 300 millones, y Sting por unos 250 en febrero de 2022, por lo que esos son los precios en torno a los que se mueve el mercado. El récord conocido (porque hay casos, como el de Shakira, donde no se sabe la cantidad acordada) lo tiene por ahora Bruce Springsteen, con la venta de su catálogo a Sony Music hace ahora dos años por 500 millones de dólares.
Con casi 30 años de carrera y después de una época en la que copaba las listas de hits del verano, gracias a los superéxitos Bailando, en 2014, El perdón, en 2015, y Duele el corazón, en 2016, estos meses, el hijo de Julio Iglesias e Isabel Preysler vuelve a estar presente. Desde octubre se ha embarcago en una gira junto a Ricky Martin y Pitbull, que les ha llevado por 25 grandes recintos en Estados Unidos y Canadá, entre ellos el Madison Square Garden de Nueva York o el Crypto.com Arena de Los Ángeles, y que terminará este fin de semana con dos shows en Vancouver, en el Rogers Arena. A finales de septiembre lanzó su última canción, Así Es La Vida, junto a la cantante argentina María Becerra. Es el primer single de su álbum Final Vol. 2, que sigue a Final Vol. 1, que lanzó en 2021 y que ya explicó que tendría dos partes y sería su último trabajo. Se lanzará el próximo mes de febrero.
Aunque se retire activamente de la composición o la grabación de temas, eso no significa que la carrera de Enrique Iglesias acabe. Puede seguir lanzando canciones sueltas y colaboraciones, puede regrabar sus grandes éxitos o hacer discos recopilatorios, y puede seguir haciendo giras, lo que aumentaría el valor de su catálogo. Nacido en Madrid y asentado desde hace años en Miami, Iglesias es una figura de primer nivel en Estados Unidos y América Latina, donde sigue generando expectación y llenando estadios; de hecho, a lo largo de su carrera ha hecho 10 giras con más de 10 millones de fans. No hay que olvidar que ha vendido 180 millones de copias de sus 11 trabajos (más tres recopilaciones) y que ha tenido más de 154 canciones en las listas de éxitos de Billboard, el medidor oficial de la música en EE UU.
Como explicaba en una entrevista en Cinco Días hace año y medio el director de la firma legal especializada en industria musical Sympathy for the Lawyer, Manuel López, la compra de este tipo de catálogos ayuda a volver a reactivar la vida útil de esas antiguas canciones. “Hay muchas opciones para abrir nuevas vías de ingreso a canciones que estaban acumulando polvo sin que nadie las moviera por el mundo audiovisual, comercial, videojuegos u otros sectores que podrían interesarse en música como elemento de valor”.