El sector forestal boliviano en el mercado interno genera un movimiento económico entre los $us 600 y $us 700 millones por año y ha logrado superar los más de $us 100 millones en exportaciones. Además, el sector forestal también contribuye en la generación de empleos directos para más de 90 mil familias y 180 mil familias que trabajan de manera indirecta en el sector.
A lo largo del tiempo, el sector forestal boliviano se ha convertido en uno de los pilares fundamentales del desarrollo sostenible del país, generando empleos, conservando el medio ambiente y contribuyendo al crecimiento económico. Es así que, debido
Por la gran demanda nacional e internacional, el sector forestal comercializa más de 60 especies de madera y diversificó su oferta para la fabricación de pisos, puertas, marcos, ventanas, muebles para jardín, pisos para exteriores o decking; además de mobiliario para el hogar como, muebles para cocinas, living, comedores, dormitorios, vestidores, muebles de Tv y muchos otros. También ingresó a la producción de láminas, tableros aglomerados, multilaminados, venestas para el sector de la construcción.
“Actualmente, los productos de moda o más demandados, son de cortes rústicos, donde se entrelaza el arte y la madera, mezclando vidrio, metal, resinas y cuero”, señaló Jorge Ávila, Gerente General de la Cámara Forestal de Bolivia (CFB).
El sector maderero tuvo una demanda sostenida de puntales y encofrados hacia la industria minera en el occidente de Bolivia por los años 50 y 60. Posteriormente, en los años 70, los países del Norte pusieron sus ojos en la Mara, conocida como Caoba, una especie que se convierte en un ícono de la industria y es la base fundamental para el despegue del sector maderero en el país. Esto, junto a la demanda de traviesas para la construcción de vías férreas, generó un salto importante en la economía boliviana, que además aportó en muchos casos, al financiamiento y desarrollo de la agropecuaria, agroindustria y banca.
“Es así que las pequeñas empresas, de aquella época, comienzan a invertir en mejor tecnología que permitieron pasar del gran serrucho y la sierra circular y luego a la sierra cinta, herramientas que permitieron mayores niveles de industrialización”, indicó Ávila.
Bolivia se convirtió en un extraordinario vendedor de Mara. En su inició solo se la vendía en tablas, es decir, solo aserradas. Desde finales de los años 70 y los años 80 se incrementa el comercio con especies como el Roble y el Cedro, entre otras y de muy alto valor y extraordinaria calidad.
En 1989, el sector forestal encara un quiebre importante y positivo, cuando se aprueba una pausa ecológica histórica y se empieza a dar importancia a la variable ambiental, estableciendo que los contratos de las áreas bajo manejo forestal deben ser mínimo de 20 años, lo que implica un trabajo con criterios de sustentabilidad y de largo plazo; ya que hasta entonces, la norma establecía contratos anuales.
“Esos años fueron muy complejos de sobrellevar, desde lo técnico, administrativo y jurídico, ya que se veía a la actividad forestal como una actividad netamente extractivista. El 1.996 se aprueba la Ley Forestal 1700, donde se introducen definitivamente los criterios de la sustentabilidad de manera concreta y puntual”, expresó Ávila.
Bolivia se convirtió en un ejemplo de sustentabilidad. “Nuestra actividad de producción de madera es económica, social y ecológicamente viable, esto nos permitió llegar a ser campeones mundiales en manejo de bosques tropicales certificados (Sello Verde), llegando a tener 2.2 millones de hectáreas bajo manejo certificado”, aseveró el ejecutivo.
De igual forma, el manejo sustentable es uno de los mejores tributos otorgados a la sociedad por la industria de la madera. “A través del manejo del bosque estamos contribuyendo a la regulación del clima, a captar agua dulce, generar humedad, secuestro de dióxido de carbono y estamos contribuyendo a mantener la biodiversidad”, aseveró el representante de la CFB.
La evolución e innovación de la industria forestal en Bolivia es un claro ejemplo de cómo es posible conciliar el desarrollo económico con la conservación del medio ambiente. Gracias a la adopción de prácticas sostenibles e implementación de tecnologías innovadoras, este sector continúa creciendo y generando oportunidades para el país. “Creemos que, en estos momentos, no existe una actividad económica que tenga tanto impacto positivo en lo económico, social y ambiental como lo tiene la industria forestal en el país”, finalizó Ávila.