La temporada de lluvias ha golpeado con fuerza a ocho de los nueve departamentos del país, dejando a más de 50.000 familias afectadas y generando un escenario crítico que podría empeorar en las próximas semanas. Las previsiones del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) son poco alentadoras, advirtió el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes, en una reciente conferencia de prensa.
Hasta la fecha, se han registrado 55 municipios afectados, de los cuales 12 están en situación de desastre municipal, y un total de 664 comunidades impactadas. “Las familias afectadas ascienden a 34.035, mientras que las damnificadas, que han sufrido daños directos, son 16.136, sumando un total de 50.171 familias perjudicadas por lluvias e inundaciones”, detalló Calvimontes.
Desde noviembre de 2024, las intensas precipitaciones han destruido completamente 296 viviendas y dañado otras 452. Además, el número de fallecidos se eleva a 18, incluyendo recientes víctimas en Sacaba, lo que evidencia la gravedad de la situación.
Medidas y advertencias
Defensa Civil ha anunciado la coordinación de un plan de intervención con los alcaldes de las zonas más afectadas para mitigar los efectos del clima adverso. “Las previsiones del Senamhi no son alentadoras. Se espera un aumento de las inundaciones y riadas en varias regiones”, advirtió el viceministro.
El Senamhi ha emitido nuevas alertas amarillas ante el incremento del caudal de ríos en los departamentos de Pando, Beni, La Paz, Potosí, Tarija, Chuquisaca, Santa Cruz y Cochabamba. Oruro es el único departamento que hasta el momento no ha reportado afectaciones.
Calvimontes también informó que la Agencia Estatal de Vivienda (AEVivienda) evaluará las viviendas destruidas para determinar su posible reposición, aunque no se han establecido plazos para ello.
Desafío ante la crisis climática
Con miles de familias enfrentando pérdidas materiales y humanas, el Gobierno y las autoridades locales tienen el reto de responder con celeridad y eficacia a esta crisis climática. Las comunidades afectadas, especialmente las más vulnerables, dependen de una acción conjunta que permita minimizar los daños durante las semanas críticas que se avecinan.
La situación requiere un esfuerzo coordinado para brindar apoyo inmediato y evitar mayores consecuencias en los territorios más impactados por las lluvias.