Agencias.- El juicio del Tribunal Superior Electoral (TSE) contra el expresidente brasileño Jair Messias Bolsonaro comienza hoy. Su resultado es crucial para la vida política del expresidente. Lo que está en juego no es sólo su inelegibilidad en los próximos ocho años, es decir, las elecciones presidenciales de 2026 y 2030, sino todo el juicio histórico que acompaña a su figura hasta la fecha. En Brasil, incluso algunos de sus votantes, no han olvidado su decisión de abandonar su país rumbo a Florida después de su derrota electoral.
“Espero que el presidente del TSE, Alexandre de Moraes, actúe con imparcialidad junto con todo el tribunal”, dijo el expresidente en la víspera de la apertura del juicio. Bolsonaro será juzgado por un episodio específico denunciado ante el TSE por el Partido Democrático Laborista, el PDT. Se trata de una presentación realizada el 18 de julio en la residencia presidencial del Palacio de la Alvorada ante decenas de embajadores extranjeros. En esa ocasión Bolsonaro atacó a los jueces del Supremo Tribunal Federal (STF), promovió teorías conspirativas sobre la supuesta falta de fiabilidad de las urnas electrónicas de Brasil, desacreditando todo el sistema electoral del país. El Financial Times reveló que esta misma reunión fue decisiva para que la administración Biden enviara mensajes a Brasil de que no aceptaría una violación del orden democrático durante y después de las elecciones.
Sin embargo, el relator del proceso, el juez Benedito Gonçalves, ya ha dicho que el juicio también tendrá en cuenta el contexto golpista vinculado al expresidente. El pasado 26 de abril, fue el propio Bolsonaro quien había declarado a la Policía Federal, en el marco de la investigación de los hechos del 8 de enero, según informaron sus abogados, que había publicado en sus redes sociales un video “sin querer”, bajo los efectos de los medicamentos que estaba tomando mientras estaba hospitalizado. El video cuestionaba la seguridad de las urnas electrónicas en Brasil y fue difundido por el ex presidente sólo dos días después de los gravísimos acontecimientos del 8 de enero.
Nostálgico de la dictadura militar que gobernó Brasil de 1964 a 1985, en muchas ocasiones durante su presidencia Bolsonaro abrazó posiciones extremistas. El 7 de septiembre de 2021, dirigiéndose a miles de electores, instó a desobedecer las decisiones judiciales, declarando que sólo dejaría la presidencia de la República cuando estuviera muerto. Al año siguiente criticó duramente al Supremo Tribunal Federal, mientras que en diciembre pasado saludó a manifestantes que gritaban consignas golpistas horas antes de la ceremonia en la que la Justicia Electoral certificaba formalmente la victoria de Lula. Todo esto sin duda pesará en el proceso.
Aunque ya están previstas otras dos sesiones del tribunal, el 22 y el 27 de junio, existe la posibilidad técnica de que el juicio se prolongue hasta finales de septiembre, lo que permitiría a los abogados de Bolsonaro ganar tiempo para afinar su estrategia y también aprovechar una posible crisis del Gobierno de Lula, especialmente en la economía. Aunque el veredicto lo declare inocente, todavía hay otras 16 denuncias contra el expresidente presentadas ante el TSE, entre ellas una por el uso electoral de programas sociales.