En los últimos cinco años, Bolivia ha registrado 8.066 sismos, según datos proporcionados por el Observatorio San Calixto. Potosí y Cochabamba lideran la lista de departamentos más afectados, siendo el primero el epicentro del 64% de los movimientos telúricos ocurridos en el país.
La actividad sísmica ha mostrado variaciones significativas durante este período. En 2020 se reportaron 1.487 sismos, cifra que disminuyó a 1.386 en 2021. Sin embargo, en 2022 hubo un aumento a 1.679 eventos, alcanzando un pico en 2023 con 1.906 sismos registrados. En 2024, el total descendió a 1.608, manteniendo niveles de actividad relevantes.
Potosí, el epicentro del país
Con 5.228 movimientos telúricos, Potosí es el departamento más afectado por la actividad sísmica en Bolivia, consolidándose como la región más vulnerable. En segundo lugar está Cochabamba, con 1.322 eventos. La Paz y Oruro se ubican en el tercer puesto, con cifras comparativamente menores, pero también significativas.
El sismo más intenso registrado en el período ocurrió el 12 de julio de 2024 en la provincia José Manuel Pando, La Paz, con una magnitud de 5,6 grados en la escala de Richter. Este movimiento fue percibido con fuerza en la sede de gobierno, aunque no causó daños materiales, según los reportes oficiales.
Zonas de mayor riesgo sísmico
El Mapa Probabilístico de Amenaza Sísmica, elaborado por el Observatorio San Calixto en 2019, destaca como zonas de alto riesgo sísmico gran parte de Potosí, el sur de La Paz y alrededor del 50 % de Oruro. Estas áreas están marcadas en rojo y naranja, lo que indica una alta vulnerabilidad. Por su parte, Cochabamba, Santa Cruz, Sucre y el norte de Potosí presentan niveles de riesgo moderado, con marcas en amarillo y naranja.
El terremoto más fuerte en la historia de Bolivia tuvo lugar el 9 de junio de 1994 en la provincia Iturralde, con una magnitud de 8,2 grados en la escala de Richter. Este evento subraya el considerable potencial sísmico del país y la importancia de reforzar las medidas de prevención.
El aumento de la actividad sísmica en algunos años plantea interrogantes sobre la preparación y capacidad de respuesta ante posibles desastres. En este contexto, mantener informada a la población y fomentar medidas preventivas son estrategias fundamentales para reducir riesgos y proteger a las comunidades más vulnerables.