La venta boliviana de carne de camélidos se multiplicó por ocho entre 2004 y 2022, pasando de $us 4,1 millones a $us 32 millones, revela un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“En cuanto a la carne de camélidos, el mercado ha crecido de US$ 4,1 millones por año en 2004 a tanto como US$ 32 millones en 2022, un increíble aumento, ocho veces en menos de dos décadas. Este crecimiento se atribuye en parte a la creciente popularidad de la carne de llama seca, conocida como charque”, refiere el reporte.
Gracias al alto contenido de proteínas y hierro, el charque se promueve a través de programas de subsidios públicos dirigido a mujeres embarazadas y en período de lactancia.
Además de proporcionar financiamiento, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de la ONU trabajó con el Gobierno boliviano en el desarrollo de estándares de salud y calidad para que los productos basados en llamas se puedan vender en otros mercados, lo que resultó en un gran impulso para los medios de vida de miles de familias rurales.
A principios de la década de 1990, la producción de lana de llama en Bolivia estaba en su infancia. Ahora, el país suministra casi 500 toneladas cada año, según el Programa Pro-Camélidos del Gobierno boliviano.
La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a iniciativa de Bolivia, aprobó en 2017 la Resolución A/RES/72/210 que declara el 2024 como el Año Internacional de los Camélidos, reconociendo la importancia económica y cultural de estos animales en la seguridad alimentaria y la reducción de la pobreza y, por lo tanto, fomentar su consumo y producción.
Los camélidos son criaturas fascinantes. Este grupo de mamíferos incluye camellos y dromedarios, así como camélidos nativos de América del Sur, como llamas, alpacas, vicuñas y guanacos.
Cada uno tiene una capacidad asombrosa para adaptarse y se puede encontrar en entornos extremos y variados. Desde desiertos áridos hasta llanuras herbosas y montañas altas.
También son más sostenibles y resistentes al clima que muchos otros animales. Los camélidos no son rumiantes, por lo que producen mucho menos metano que las vacas y las ovejas, por ejemplo, y prefieren pastos más resistentes que crecen en condiciones áridas. Además, son conocidos por poder sobrevivir durante largos períodos sin agua.
Los camélidos han vivido entre las personas rurales durante siglos, proporcionando una importante fuente de carne, leche, material (como lana), medio de transporte y dinero cuando se venden. Millones de personas dependen de los camélidos para estas necesidades, y muchos lo celebran como una parte importante de su identidad cultural.
Durante cerca de tres décadas, el FIDA apoyó a los productores de camélidos a pequeña escala en Bolivia.
Comenzando con el Proyecto de Desarrollo de Productores de Camélidos en el Altiplano Andino en 1995, el FIDA proporcionó tecnología, formación y servicios financieros a 15.000 familias criadoras de camélidos.
Una década más tarde, el Proyecto de Apoyo a la Economía Campesina de Camélidos invirtió en 16.000 familias adicionales, centrándose en agregar valor a los productos de camélidos, como la carne y el cuero.
Más recientemente, el proyecto Pro-Camélidos, ganador del Premio a los Pueblos Indígenas, incorporó las lecciones aprendidas de los dos proyectos anteriores para apoyar a más de 18.000 hogares rurales con inversiones para aumentar su productividad, mejorar su nutrición y comenzar a ahorrar.