El reciente informe de Perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial prevé una desaceleración del crecimiento económico de Bolivia y en toda la región de América Latina para este y el siguiente año.
Ese organismo de cooperación multilateral indica que este panorama es para casi todas las economías del mundo y se debe a la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones y las perturbaciones causadas por la invasión de Rusia a Ucrania.
Bolivia tenía un crecimiento de -8.7 en 2020 debido a la pandemia; en 2021 alcanzó a 6.1; en 2022 la estimación fue de 3.3; para este año se prevé un crecimiento del 3.1 y para el 2024 caerá a 2.7, de acuerdo con la estimaciones del Banco Mundial.
Las previsiones del Banco Mundial pueden cambiar según se actualice su base de datos con información reciente o con los cambios mundiales circunstanciales.
“Los países emergentes y en desarrollo se enfrentan a un período de varios años de crecimiento lento impulsado por una pesada carga de la deuda y escasas inversiones; al mismo tiempo, el capital mundial es absorbido por las economías avanzadas que enfrentan niveles de deuda pública extremadamente altos y tasas de interés crecientes. El bajo nivel de crecimiento y de inversión empresarial agravará los retrocesos en materia de educación, salud, pobreza e infraestructura, que ya son devastadores, así como las crecientes demandas derivadas del cambio climático”, sostuvo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial.
En Sudamérica, se prevé que sólo dos países tengan un crecimiento el siguiente año: Chile, que este año tendrá -0.9 podría llegar a tener un crecimiento de 2.3 el 2024; Colombia alcanzará 2.8 el siguiente año, pero partiendo de 1.3 en esta gestión.
Los que mantendrán sus niveles de crecimiento en estos dos años serán Argentina (2.0) y Perú (2.6). El resto de los países sudamericanos (Brasil, Ecuador, Uruguay y Paraguay) caerán en su crecimiento al igual que Bolivia.
“La inflación interna en América Latina y el Caribe podría ser más persistente de lo previsto, lo que podría elevar las expectativas inflacionarias a largo plazo. En ese caso, para controlar la inflación de forma duradera quizá se requiera un considerable incremento adicional de las tasas de interés. Si bien esto puede ser necesario, podría frenar aún más el crecimiento a corto plazo. En términos más generales, las proyecciones indican un estancamiento de los niveles de vida en la primera mitad del decenio de 2020, con un crecimiento promedio del PIB per cápita del 0,6 % anual entre 2020 y 2024. Esto podría dificultar la lucha contra una amplia gama de problemas sociales y agravaría los obstáculos que impiden un desarrollo sostenido e inclusivo en América Latina y el Caribe”, advierte el Banco Mundial.