El País.- Daniel Barrientos, conductor de la línea 620 de autobuses, tenía 65 años y le faltaba un mes para jubilarse. En la madrugada de este lunes, a la altura de la localidad bonaerense de La Matanza, fue asesinado de un disparo en el pecho. En respuesta al crimen, el sindicato declaró una huelga total de autobuses en la periferia oeste de Buenos Aires. Horas más tarde, cortaron la carretera de circunvalación que divide la capital de Argentina de la provincia homónima y atacaron a puñetazos y con objetos al ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, que se había acercado a intentar disuadirlos de la medida de fuerza. Lo ocurrido es una muestra del enojo de gran parte de la población bonaerense con un Gobierno que minimiza el problema de la inseguridad, aunque las encuestas lo sitúan como la principal preocupación.
El ataque contra el chofer ocurrió cerca de las 03.30 (hora de Bolivia), según fuentes policiales citadas por medios locales. Tres ladrones se hicieron pasar por pasajeros para subirse a la unidad que conducía Barrientos. Una vez en movimiento, mostraron sus intenciones de robo, pero un agente de policía que viajaba en el autobús les dio la voz de alto y comenzó un tiroteo. Uno de los disparos le dio al conductor en el pecho, que murió en el acto. Los ladrones bajaron del vehículo y escaparon en un automóvil.
El sindicato que representa a los conductores de autobús, la Unión Tranviarios Automotor (UTA), declaró huelga en el casi centenar de líneas que circulan por la zona oeste del conurbano bonaerense. La UTA advirtió que las agresiones han ido en aumento en los últimos años y anticipó que realizarán medidas de fuerza hasta que las autoridades tomen medidas que garanticen su seguridad. “La muerte de nuestro compañero se suma a una cantidad de episodios de inseguridad que vienen afectando a los choferes”, señaló el sindicato en un comunicado. En abril de 2018, Leandro Alcaraz, otro conductor de la misma línea, fue asesinado de un disparo en el tórax y otro en el cráneo.
La tensión fue en aumento, hasta que la llegada del ministro al lugar hizo estallar la protesta. Berni encarna el ala más conservadora del peronismo. Este médico y militar que estuvo al frente de la cartera de Seguridad de Argentina entre 2012 y 2015, hoy ocupa el mismo cargo en la provincia de Buenos Aires, a las órdenes del gobernador Axel Kicillof. Conocido por su defensa de la mano dura contra los delincuentes y sus métodos heterodoxos, Berni está acostumbrado a irrumpir en las manifestaciones para negociar cara a cara y a que no le tiemble el pulso para ordenar reprimirlas. Suele llegar en helicóptero, incluso a conflictos que no están dentro de su jurisdicción. Sus peleas con la exministra de Seguridad nacional, Sabina Frederic, eran constantes. Berni solía irrumpir donde había un conflicto achacando a la funcionaria nacional que era de “escritorio”. Hasta este lunes, nunca había sido agredido.
“Nadie pone la cara, yo no salgo corriendo como todos los demás”, dijo Berni frente a las cámaras que se acercaron a la manifestación. Su presencia caldeó los ánimos. Los conductores empezaron a insultarlo y después lo atacaron a puñetazos y patadas. Mientras la policía de la ciudad de Buenos Aires lo escoltaba hacia un lugar seguro, le arrojaron piedras, escombros, palos y botellas. El ministro bonaerense resultó herido en la cara. “Vino a dar órdenes y a no traer ninguna solución a tanta inseguridad. No hay nada que hablar. Estamos cansados”, respondieron desde el sindicato para justificar el ataque.