La Autoridad de Supervisión del Sistema Financiero (ASFI) ordenó a los bancos múltiples y pyme capitalizar el 75% de sus utilidades netas correspondientes a la gestión 2024, como parte de una estrategia para fortalecer la solvencia del sistema financiero. Aunque la medida busca consolidar el patrimonio de las entidades, podría impactar negativamente en el pago de dividendos a los accionistas.
El nuevo porcentaje, que sube del 50% al 75%, responde a la necesidad de robustecer la capacidad financiera de los bancos para otorgar créditos y manejar riesgos en un contexto económico complejo. Según la ASFI, esta política es clave para garantizar la estabilidad del sector y prevenir posibles vulnerabilidades.
Una práctica recurrente
La reinversión obligatoria de utilidades no es nueva en Bolivia. En 2015, las entidades financieras debieron destinar al menos el 50% de sus ganancias para respaldar el sector productivo y la vivienda social. Durante la pandemia de 2020 y 2021, la ASFI estableció una reinversión del 50% para bancos múltiples y pyme, y del 100% para entidades financieras de desarrollo. En algunos años, incluso se exigió la capitalización total de las utilidades.
Actualmente, Bolivia cuenta con solo dos bancos especializados en microfinanzas, Banco Ecofuturo y Banco de la Comunidad. El resto de las entidades financieras pertenece a la categoría de bancos múltiples.
Reacciones mixtas ante la medida
Analistas financieros advierten que elevar el porcentaje de reinversión al 75% podría reducir el atractivo del sector para los inversionistas, especialmente en un escenario de creciente competencia regional. Sin embargo, la ASFI defiende la medida como un paso esencial para el desarrollo sostenible del sistema financiero.
“La decisión está alineada con las metas económicas y sociales del Gobierno, especialmente en un año tan significativo como el del Bicentenario”, señaló la autoridad reguladora en un comunicado.
Con esta disposición, la ASFI refuerza su compromiso de garantizar la estabilidad del sector financiero, aunque queda por verse cómo afectará a la confianza de los inversionistas y al desempeño de las entidades en el mediano plazo.