Agencias.- El asesinato del sacerdote Marcelo Pérez, perpetrado el domingo por la mañana en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, ha conmocionado a la comunidad y a organismos internacionales. Dos sicarios encapuchados lo emboscaron a la salida de su iglesia, disparándole mortalmente antes de huir. El crimen ha encendido nuevamente las alarmas sobre la creciente violencia en esta región del sureste de México, actualmente disputada por cárteles del narcotráfico.
Pérez, un referente social clave por su apoyo a las comunidades indígenas, había denunciado en septiembre la escalada de violencia en Chiapas, señalando el aumento de asesinatos, secuestros y desplazamientos forzados. Pese a recibir amenazas, se mantenía activo en la lucha por la paz en la región.
La Oficina en México de la ONU-DH condenó el asesinato, recordando que Pérez estaba bajo medidas cautelares de la CIDH debido al constante riesgo que enfrentaba. “Su muerte es una pérdida irreparable y refuerza la urgencia de cambiar el contexto de violencia que golpea a Chiapas”, subrayó el organismo.
Este crimen refuerza las advertencias del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que la semana pasada había denunciado amenazas sin precedentes por parte de grupos criminales, sumándose a la ya crítica situación de inseguridad en el estado.