La magistrada Nuria Gisela Gonzáles Romero, integrante del Tribunal Supremo de Justicia, ha roto estereotipos y abierto puertas en un ámbito históricamente dominado por hombres. Su carrera, marcada por el compromiso con los derechos humanos, en especial los de las mujeres, la convierte en un ejemplo inspirador de liderazgo femenino en la justicia boliviana.
Con una trayectoria que combina el éxito profesional y la vida familiar, Gonzáles ha dedicado su labor a la defensa de la igualdad de oportunidades. “Debemos luchar por un acceso igualitario y real a los derechos humanos”, sostiene, en referencia a su visión de una justicia en la que la equidad sea tangible, no solo un ideal.
La brecha de género en el Órgano Judicial
Gonzáles resalta que la estructura patriarcal de poder sigue limitando el acceso de las mujeres a posiciones de alta responsabilidad en el Órgano Judicial y en el Ministerio Público. Aunque las mujeres representan más del 50% de los funcionarios en estos organismos, pocas alcanzan cargos de decisión. “Muchas mujeres lideran procesos delicados, como los de materia penal, enfrentando tanto la presión social como la mediática”, comentó. Sin embargo, observó que a medida que se asciende en la jerarquía, las oportunidades para las mujeres se estrechan, lo que dificulta que lleguen a los puestos más altos.
La magistrada señaló la necesidad de avanzar en la apertura de espacios de liderazgo, y exigió “condiciones de equidad en el ejercicio de los derechos humanos de las mujeres” para garantizar una verdadera representación femenina en el poder judicial.
Un camino con desafíos
Gonzáles recordó que los derechos de las mujeres están garantizados en la Constitución y en tratados internacionales, pero que aún hace falta garantizar un acceso real y material a estos derechos. Como ejemplo la última convocatoria para el cargo de Fiscal General del Estado, donde la participación de mujeres fue menor que hace seis años, debido a que, según indicó, “son espacios preconcebidos para el varón”. Señaló que, en la lista de diez postulantes enviada por la Comisión Mixta de Justicia Plural al pleno de la Asamblea Legislativa Plurinacional, solo figuraba una mujer: ella misma.
Cochabambina de nacimiento, Gonzáles se considera afortunada de haber estudiado en el Colegio Adela Zamudio, institución que marcó su vida y su compromiso con la lucha por los derechos de las mujeres. Tras graduarse en derecho en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), comenzó su carrera en la entonces Corte de Justicia como amanuense, un rol que le permitió conocer en profundidad el sistema judicial. Más tarde, se desempeñó en cargos como secretaria de sustancias controladas y secretaria abogada en un juzgado penal, hasta que en 2001 fue nombrada juez para implementar la Ley 1970, el entonces nuevo Código de Procedimiento Penal.
Democratización y transparencia en la justicia
En 2007, Gonzáles asumió el rol de juez técnico en un sistema que incluía jueces ciudadanos, quienes aportaron una perspectiva de democratización y transparencia a los procesos judiciales. Sin embargo, también observó limitaciones en el enfoque de algunos jueces ciudadanos, especialmente en casos complejos, como los de delitos sexuales y corrupción, que requieren conocimientos técnicos avanzados.
Desde 2010, Gonzáles ha ocupado altos cargos en la justicia boliviana, incluyendo la presidencia del Tribunal Departamental de Justicia (TDJ) de Cochabamba, siendo la segunda mujer en lograr esta posición. Durante su gestión, lideró iniciativas importantes, como el descongestionamiento carcelario y la creación de mesas interinstitucionales para atender los derechos de la niñez y luchar contra la violencia de género.
En el Ministerio Público, primero en Beni y luego en Cochabamba, Gonzáles impulsó alianzas interinstitucionales, implementó cámaras Gesell para proteger a las víctimas y promovió la creación de centros de atención integral en coordinación con los gobiernos locales.
Una vida personal equilibrada
Para Gonzáles, el equilibrio entre su vida familiar y profesional ha sido fundamental. Junto a su pareja, con quien comparte 23 años de matrimonio, ha logrado consolidar una familia sólida y apoyarse mutuamente en sus metas. “La fortaleza de mi familia y la fe compartida en Dios han sido pilares esenciales para avanzar en mis ideales como profesional y persona”, señala. Con tres hijos, dos varones de 22 y 20 años y una hija de 13, Gonzáles valora el apoyo de su esposo, quien ha sido fundamental en su crecimiento tanto personal como profesional.
En el ámbito judicial, Gonzáles se ha destacado como una de las figuras femeninas más relevantes, mostrando que la perseverancia y el compromiso con los derechos humanos pueden superar las barreras de género y contribuir a un sistema de justicia más equitativo.