Agencias.- Cuba enfrenta una crisis energética prolongada y de difícil solución, que ha tenido un impacto severo en las condiciones económicas y sociales del país. El apagón total que afectó a la isla este viernes es un reflejo extremo de esta situación, que ha empeorado a lo largo de los años y sigue sin una solución clara a corto o largo plazo, según advirtieron expertos.
La central termoeléctrica, situada en Matanzas, sufrió una avería que causó que se desconecte del Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Este fallo inesperado desbalanceó un sistema ya sometido a fuerte presión y desencadenó lo que la Unión Eléctrica (UNE) describió como “cero cobertura energética nacional”.
Desde finales de agosto, Cuba venía soportando largos apagones diarios. Este jueves, el país registró el mayor déficit energético de 2024 que dejó sin electricidad a más de la mitad del territorio nacional. Este porcentaje es el peor registrado en años, superando incluso los picos de déficit sufridos a principios de este año, así como en julio y agosto de 2021 y 2022.
En La Habana, que usualmente se protege de la crisis debido a su condición de capital, los apagones mínimos diarios ya alcanzaban las seis horas. En algunos municipios, las interrupciones del servicio superaban las 20 horas diarias desde hacía varias semanas.
Actualmente, según la Unión Eléctrica (UNE), los principales factores son dos: la escasez de combustible importado —debido a la falta de divisas— para abastecer motores y plantas eléctricas, y las constantes averías en las obsoletas centrales termoeléctricas.
Cuba consume alrededor de 8 millones de toneladas de combustible al año, pero solo produce tres millones internamente, según datos del Ministerio de Energía y Minas (Minem). El régimen ha señalado en varias ocasiones que destina más de 2.000 millones de dólares anuales para cubrir este gasto. La mayor parte de la energía necesaria proviene de aliados como Venezuela, Rusia y México, que han estado suministrando al país.
La isla dispone de siete centrales termoeléctricas de factura soviética, construidas hace más de cuatro décadas y marcadas por un déficit crónico de inversión. Estas plantas cuentan con un total de 20 unidades de generación, de las cuales siete se encontraban fuera de servicio en los últimos días debido a averías y trabajos de mantenimiento.
Además, en los últimos años, Cuba ha arrendado varias centrales flotantes, aunque actualmente solo operan cinco de ellas. Esta medida ofrece una solución rápida, pero es costosa y altamente contaminante, sin abordar el problema estructural del sistema energético del país.
En septiembre de 2022, una situación similar de “cero producción” se presentó tras el paso del huracán Ian, de categoría tres en la escala Saffir-Simpson, por el extremo occidental de la isla. Este evento causó un severo desajuste en el sistema eléctrico que dejó a Cuba completamente a oscuras, donde la recuperación del suministro tomó varios días.
Impacto social y económico
Los constantes cortes de suministro eléctrico están afectando gravemente a la economía cubana, que en 2023 sufrió una contracción del 1,9 % y sigue sin recuperarse a los niveles de 2019, en parte debido a la paralización forzada que provocan los apagones.
El primer ministro cubano, Manuel Marrero, informó este jueves, en una inusual comparecencia televisiva, que a partir del viernes se suspendería toda actividad no esencial de las instituciones estatales. Esta medida incluye desde la agenda de los ministros hasta el cierre de colegios y la paralización de gran parte de la industria pública.
Los apagones interrumpen profundamente la vida cotidiana en Cuba: los semáforos dejan de funcionar, los cajeros automáticos se apagan, las gasolineras cierran, el pago electrónico en las tiendas se bloquea, y se paralizan tanto las oficinas administrativas como las cocinas eléctricas de la mayoría de los hogares. Además, las bombas de agua en las ciudades y viviendas también dejan de operar, por mencionar solo algunos ejemplos.
Este escenario ha agravado el descontento en un contexto de crisis económica que se prolonga desde hace más de cuatro años, marcada por la escasez de alimentos, medicinas y combustible, una inflación descontrolada, la creciente dolarización de la economía, y una oleada migratoria sin precedentes en volumen y duración.
Los expertos también señalan que los apagones han sido detonantes de protestas antigubernamentales, como las del 11 de julio de 2021—las más grandes en décadas— y las del 17 de marzo pasado en Santiago de Cuba y otras localidades.
Soluciones y reformas estructurales
Los especialistas coinciden en que no existen soluciones simples para el Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Según el consultor independiente Emilio Romero, se necesitarían 10.000 millones de dólares para reactivar completamente el sistema electro energético cubano.
El dictador cubano, Miguel Díaz-Canel, afirmó que la “dirección del país” está dando “absoluta prioridad” a la solución de la crisis energética, asegurando que “no habrá descanso” hasta que el suministro eléctrico sea restablecido.
A largo plazo, Cuba pretende una reforma significativa del SEN, según Guerra, y busca alcanzar la independencia energética a través del uso del “crudo nacional, gas acompañante y energías renovables”, destacando la importancia de la solar.
El régimen cubano impulsa un proyecto para desarrollar, con apoyo de China, 100 parques solares antes de 2031, con una capacidad instalada de 2.000 megavatios, que podría ayudar a reducir el déficit energético.