NCYT.- La población humana aumenta, el calentamiento global reduce la productividad agrícola en bastantes zonas del mundo y cada vez es mayor la necesidad de hallar formas de expandir la agricultura más allá de su alcance geográfico actual, a fin de poder alimentar a toda la población.
La población de la Tierra está creciendo a tal punto que se estima que para el año 2050 habrá 10.000 millones de personas en el planeta. Al mismo tiempo, el cambio climático global está provocando que un porcentaje nada desdeñable de tierra cultivable de la Tierra se seque, mientras que otras zonas han comenzado a perderse como consecuencia directa o indirecta de la subida del nivel del mar. Todo ello aumenta el interés por obtener cultivos agrícolas que toleren la sal en el suelo.
En la actualidad, cerca del 8% de la tierra cultivable del mundo ya no es utilizable para la agricultura debido a la contaminación por sal. Y más de la mitad de los países del mundo están afectados por este fenómeno. En Egipto, Kenia y Argentina no se puede cultivar trigo por ese motivo en una particularmente amplia extensión de tierra.
Incluso en aquellas regiones de Asia donde el arroz es actualmente el cultivo dominante, un trigo tolerante a la sal podría ser de gran ayuda para el futuro suministro de alimentos a la humanidad, y por doble partida, ya que el cultivo de trigo requiere mucha menos agua que el arroz.
Unos científicos de la Universidad de Gotemburgo en Suecia han desarrollado varias variedades nuevas de trigo que toleran suelos con mayores concentraciones de sal. Tras haber mutado una variedad de trigo de Bangladesh, ahora tienen un trigo con semillas que pesan tres veces más y que germinan casi el doble que la variedad original.
Este trigo original, que crece en los campos cercanos a la costa de Bangladesh, tiene cierta tolerancia a la sal en los suelos, lo que es importante cuando cada vez más tierras de cultivo en todo el mundo están expuestas al agua salada.
Al mutar las semillas de trigo de estos campos costeros, el equipo de Johanna Lethin (Universidad de Gotemburgo) logró desarrollar unas 2.000 líneas de trigo. Las 35 variedades que mejor germinaron en diferentes experimentos de campo y laboratorio se plantaron en un invernadero automatizado en Australia. Allí se aplicaron diferentes concentraciones salinas a los suelos en los que habían sido plantadas las variedades. Esto ha permitido identificar a la variedad de trigo mejor capacitada para ser productiva en suelos salados.