Óscar Zelada Jaldín ha dedicado la etapa más significativa de su vida profesional a la protección del medioambiente, con logros clave como la distribución de agua de Misicuni en la zona sur de Cochabamba, una demanda histórica que en el año 2000 desató la “Guerra del Agua”. Además, logró llevar el servicio al municipio de Sacaba, que en 2022 se declaró en emergencia por la extrema sequía, así como a Tiquipaya, donde actualmente reciben agua de Misicuni tanto para consumo como para riego.
Zelada Jaldín ocupó cargos importantes, como gerente de la Empresa Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Sacaba (Emapas) y presidente de la Empresa Misicuni. Desde estos espacios, impulsó el plan maestro de Sacaba y consolidó la provisión de agua para consumo y riego desde la represa de Misicuni a los Municipios de la región metropolitana del Departamento de Cochabamba.
Recordó que, desde la gerencia de Emapas, se realizó un trabajo sostenido para unir a los sacabeños con el objetivo común de contar con agua potable, una meta ya consolidada en los distritos que disponen del servicio. “Sacaba fue el primer municipio en tener listas sus conexiones para recibir agua de Misicuni”, subrayó.
Después de dejar la presidencia de Misicuni, Zelada regresó a Emapas como sacabeño, donde vio el resultado de años de trabajo y realizó los ajustes necesarios para que el agua llegara a los hogares.
Su experiencia en Sacaba
El cuidado del medioambiente siempre fue su mayor prioridad. Inicialmente, centró sus esfuerzos en el tratamiento de aguas residuales, con el objetivo de recuperar el río Maylanco, cabecera del Rocha. Así, trabajó en la implementación de plantas de tratamiento de aguas residuales y en un sistema de economía circular para reutilizar el agua tratada y los lodos en la agricultura. “Concretamos la primera planta a nivel nacional, y hoy Sacaba cuenta con cuatro”, señaló.
Zelada destacó que la Aducción 1 de Misicuni “funciona gracias a Sacaba”. Este municipio conformó el primer Comité Impulsor del Agua para Sacaba (CIAS), con la participación de la Alcaldía, el Concejo, instituciones como el transporte y el comercio, y representantes de todos los distritos. Aunque el CIAS comenzó con pocos miembros, con el tiempo se fortaleció para asegurar agua para el municipio.
El proyecto inicial contemplaba recibir agua de la Cordillera Norte con una proyección de 50 años, ante la dificultad de acceder a Misicuni. Sin embargo, el plan fue rechazado y, desde la Presidencia, se gestionó la ejecución de la Aducción 1, que permitiría el suministro de agua de Misicuni. “Esa aducción abastece hoy a Sacaba, pero también a Tiquipaya y la zona sur de Cochabamba”.
El CIAS también tomó la decisión de consolidar las redes primarias internas, ya que el sistema no estaba preparado para distribuir el agua de Misicuni. Este esfuerzo significó que los distritos suspendieran otras obras durante dos gestiones, destinando todos sus recursos al agua, logrando una inversión de 45 millones de bolivianos. Hoy, el agua de Misicuni llega al casco viejo de Sacaba y diferentes sectores en los diferentes distritos, beneficiando a más de 25.000 habitantes.
Su paso por Misicuni
Zelada fue designado presidente del directorio de la Empresa Misicuni por el presidente Luis Arce Catacora. El desafío fue enorme, ya que a su llegada no había una política clara de distribución, pese a los millones de litros almacenados en la represa. “Tenía cuatro meses para reorganizar la empresa, fue maratónico, pero logramos resultados”. Misicuni cumplió con todas las condiciones legales, administrativas y técnicas, y finalmente recibió las resoluciones regulatorias necesarias por las autoridades competentes del Estado para administrar, operar y distribuir agua para riego y consumo humano.
Se resolvieron más de 10 conflictos sociales y administrativos que impedían la consolidación de las Aducciones 1 y 2. Sin embargo, los municipios no contaban con las redes primarias para la distribución. Como solución temporal, se instalaron puntos de carguío para cisternas en la zona sur de Cochabamba (Ushpa Ushpa), con convenios con 15 cooperativas, logrando cargar hasta 100 cisternas por día, de lunes a domingo.
Luego se avanzó en la entrega directa a cooperativas con licencia de funcionamiento, comenzando con la mancomunidad 1ro de Mayo, Khara-Kahra y Lomas San Andrés, y se proyectaba la expansión a otras. Se consolidó un modelo de gestión “público-social/privado” que integraba el aporte de los vecinos, el asesoramiento y fiscalización técnica de Misicuni y el apoyo de fundaciones. “Agradezco mucho la confianza de los dirigentes de la zona sur y su respaldo al proyecto”, destacó.
En cuanto al componente de consumo humano, actualmente se trabaja con ocho cooperativas en Quillacollo bajo la misma modalidad. “Misicuni ya llegó a los tanques, pero no hay redes para llevar el agua a los domicilios”, explicó, refiriéndose también a Colcapirhua y parte de Tiquipaya.
Agua para riego
En el componente de riego, fue clave trabajar con los regantes debido a su alto nivel de organización, lo que permitió aumentar el número de hectáreas beneficiadas. Se comenzó con el Ramal Este, que abastece a Quillacollo y Tiquipaya, y posteriormente el Oeste. “Nuestro objetivo era regar 2.600 hectáreas, pero llegamos a 3.200 en pocos meses y podíamos alcanzar más”, indicó.
Además del trabajo técnico, se lograron acuerdos sociales sobre el pago por la operación y mantenimiento del agua para riego. “Se cambió la vida de los productores, muchos terrenos agrícolas ya estaban siendo urbanizados o abandonados por falta de agua”, subrayó.
Zelada también recuerda actividades importantes como la Feria Productiva con Agua de Misicuni, la Escuela del Agua —un espacio para concienciar sobre el cuidado del medioambiente—, y dos ediciones de la competencia más extrema de natación en aguas abiertas “Misicuni con Altura”, junto con campañas de limpieza de los ríos del eje metropolitano.
La implementación de iniciativas sociales, como la Escuela del Agua, explica, ofrece a los estudiantes un espacio para conocer la realidad hídrica. Además, destaca el proyecto piloto del cajero de agua, único en su tipo a nivel nacional.
Con más de dos décadas de experiencia en el área ambiental, Zelada considera urgente trabajar en la “Gobernanza Departamental del Agua” y un “Observatorio de Sequía” para redistribuir adecuadamente el recurso agua, de acuerdo con las necesidades de cada municipio, ante los efectos del impacto del cambio climático.
“Avanzamos mucho en Misicuni y me siento muy feliz por los logros. Fue una alegría única la primera vez que abrimos una pileta en la zona sur. Es algo que me marcó de por vida. Seguiremos aportando a este tema desde donde estemos”, concluyó.