En la comunidad de Tihumayu, localizada en Padilla, un acto de violencia contra la fauna ha suscitado repudio y exigencias de justicia. Según reportes recientes, siete burros fueron objeto de un cruel ataque en el cual fueron quemados vivos, dejando a dos de ellos sin vida y a los demás gravemente heridos.
Arturo Gutiérrez, residente de Tihumayu, quien dio la voz de alarma a través de declaraciones al diario Correo del Sur, describió el hecho como un acto de maldad sin precedentes en la comunidad. Los afectados pertenecen a cinco familias de escasos recursos, cuyos miembros mayores intentan desesperadamente salvar a los animales de las dolorosas secuelas del ataque.
Las autoridades locales, encabezadas por Jorge Rodríguez, jefe departamental de Medio Ambiente de la Gobernación, se movilizaron rápidamente para investigar el caso. Según Rodríguez, los ataques han estado ocurriendo desde hace aproximadamente un mes, y la gravedad de este último episodio ha impulsado la apertura de una investigación conjunta con la Policía de Medio Ambiente (Pofoma) y la Alcaldía de Padilla.
“Esta instancia ambiental, junto con Pofoma, presentará una denuncia por biocidio ante las autoridades legales para iniciar una investigación exhaustiva”, afirmó Rodríguez tras inspeccionar la escena del crimen.
En Bolivia, el biocidio y el maltrato animal están tipificados como delitos graves conforme al Código Penal, con penas que pueden llegar hasta cinco años de privación de libertad y multas significativas. La sanción se agrava en caso de la muerte de múltiples animales, aumentando en un tercio la pena máxima.
Hasta el momento, se desconoce la identidad del o los responsables de este acto atroz, dado que los dueños de los burros aseguran que los animales estaban fuera de sus corrales en el momento del ataque. Según testimonios de los comunarios, los burros fueron rociados con algún tipo de combustible antes de ser incendiados, lo cual ha dejado a los sobrevivientes luchando en una dolorosa batalla por su recuperación, con graves quemaduras en sus cuerpos.
La comunidad de Tihumayu clama por justicia mientras las autoridades intensifican sus esfuerzos para esclarecer este acto de violencia que ha conmocionado a todos los habitantes de la región.