Swiss.- Khislat Ochilov menea con una mano una mezcla de arena y guijarros, que enjuaga con un chorro de agua. El joven busca meticulosamente pepitas de oro, un metal abundante en Uzbekistán, segundo vendedor mundial.
Tras un rato trabajando con su cedazo, encuentra por fin una pepita de oro del tamaño de un grano de arroz.
“No está mal, aunque ya he encontrado una de siete gramos, mi récord”, cuenta a la AFP este hombre de 25 años que trabaja en medio de la estepa uzbeca, cerca de la localidad de Soykechar, en el suroeste de esta república de Asia Central.
Su colega Sardor Mardiyez, de 28 años, se pasa doce horas al día, seis jornadas por semana trabajando con su excavadora la tierra de esta inmensa región de Navoi, con un tamaño similar al de Cuba.
Antaño privilegio exclusivo de los inmensos conglomerados mineros del Estado, la búsqueda de oro está ahora autorizada para los particulares.
En 2023, Uzbekistán se convirtió en el décimo productor mundial de este mineral (110,8 toneladas) y en el segundo vendedor (25 toneladas) a través de su banco central, según el Consejo Mundial del Oro.
Pero estas cifras están lejos de satisfacer al presidente Shavkat Mirziyoyev, quien se presenta como un reformador deseoso de desarrollar la economía aún centralizada en gran parte, y abrir su país tras años de aislamiento.
Pero esta liberalización progresiva aún no se asoma a la escena política, que sigue encerrada.
Aunque solo se ha explorado 20% del subsuelo de Uzbekistán, el gobernante ordenó aumentar en 50% la producción de oro hasta 2030 y vender lingotes de hasta un kilo, con la esperanza de atraer más turistas.
Empleos locales
Tras la autorización concedida a los particulares, Zahit Khudaberdiyev adquirió los derechos de explotación de un terreno por tres años en una subasta.
“Antes de 2019, no teníamos derecho de explotar oro. Algunos lo hacían a riesgo de morir, era peligroso”, dijo Khudaberdiyev, quien compite con buscadores kazajos y chinos.
Indicó que, si este terreno no proporciona suficiente oro, buscará en otro sitio más alejado.
A sus espaldas, camiones y excavadores trabajan intensamente. Khudaberdiyev comentó que las máquinas pueden sacar toneladas de escombros que producirán “una media diaria de 12 a 15 granos”.
Mientras hablaba, tenía un ojo en el teléfono, monitoreando los precios mundiales del oro.
En marzo alcanzaron un precio récord de 2.200 dólares por onza troy (31,1 gramos).
“El gobierno nos dio la posibilidad de buscar oro para dar trabajo a la gente”, agregó.
El sector aurífero generó abundantes empleos en un país donde 20% de los trabajadores se ven obligados a buscar trabajo en el exterior, sobre todo en Rusia.
Khudaberdiyev citó el ejemplo de sus dos jóvenes empleados locales, Ochivol y Mardiyev, uno de los cuales estaba desempleado y el otro trabajaba en una finca.
“Ahora ganan de tres a cuatro millones de sum (240 a 320 dólares) como promedio” mensual, un salario decente en la región indicó Khudaberdiyev.
Compra de divisas
Los nuevos mineros no pueden hacer lo que quieran con el oro que excavan. Todo debe ser canalizado por el banco central uzbeko, que lo cambia por dólares en el mercado internacional.
La economía en crecimiento del país depende de la inyección de moneda extranjera para apoyar la divisa nacional. El sum uzbeko tiene una cotización de 12.500 unidades por dólar, una de las más bajas del mundo.
En Soykechar, donde la agricultura es un sector clave, no todos están entusiasmados con el oro.
“Los buscadores excavan donde pastamos el ganado”, indicó Erkin Karshiev, un agricultor de la región, situada unos 500 km al oeste de la capital Tashkent.
“Mire cómo los últimos tipos dejaron todo”, reclamó el agricultor de 66 años, apuntando con frustración a unos agujeros de 12 metros de profundidad.
Karshiev dijo estar “realmente asustado de que los animales caigan” en los huecos. Pero sus llamados a las autoridades para resolver el tema han sido ignorados.
“Solo queremos una cosa: que los mineros de oro nivelen el terreno llenando los agujeros cuando se marchan”, sostuvo.