DW.- Suecia ha superado el último obstáculo para convertirse en miembro de la OTAN, luego de que el Parlamento húngaro aprobase su ingreso después de 20 largos meses de espera.
En mayo de 2022, cuando, junto con Finlandia, solicitaron el ingreso a la alianza, los responsables de la OTAN le aseguraron al Gobierno sueco que su proceso de incorporación sería el más rápido de la historia.
Sin embargo, no fue del todo así. Mientras que Finlandia logró la aprobación de los miembros y, de ese modo, entrar a la OTAN en abril de 2023, Suecia permanecía en vilo y se sentía excluida con respecto a sus vecinos nórdicos Noruega y Finlandia. También porque esperaba que la adhesión del dúo fuera en conjunto, tal como había sido la solicitud.
Las barreras impuestas por Turquía y Hungría
Pero la oposición de Turquía y Hungría obligó a Suecia a aceptar ese largo retraso antes de poder ingresar en el paraguas de seguridad de la OTAN.
Oscar Jonsson, investigador de la Universidad Sueca de Defensa, afirma que el hecho de haber declarado su deseo de ingresar en la OTAN, pero verso bloqueado por sus posibles aliados, era el “peor lugar” para que Suecia se quedara varada, aunque fuera temporalmente.
“Si nos fijamos solo en los datos empíricos recientes, se puede ver que Rusia ha invadido dos Estados que percibía como en camino a entrar a la OTAN”, dijo a DW, refiriéndose a Georgia y Ucrania, “pero a ninguno de los Estados miembros de la OTAN”.
La aprobación del Parlamento turco tardó unos 20 meses, y la de Hungría, incluso unas semanas más. En ambos casos, fueron necesarios esfuerzos diplomáticos adicionales.
¿Una adhesión deseada o estratégica?
Suecia había concertado múltiples acuerdos bilaterales de seguridad con países de la OTAN a lo largo de los años, basándose en su intención de permanecer fuera de una alianza militar, pero ninguno de ellos tenía la naturaleza vinculante de la garantía del Artículo 5 de la OTAN de “todos para uno y uno para todos”.
El ministro sueco de Defensa, Pal Jonson, que anteriormente fue el jefe del comité de defensa del Parlamento sueco, abogó durante décadas por la adhesión de su país al bloque trasatlántico, diciendo: “Podemos esperar, podemos suponer, podemos desear que obtengamos el apoyo”. de la OTAN [en caso de ataque], pero no podemos saberlo hasta que nos unamos a la alianza”.
Sin embargo, para la mayoría de la población sueca no resultaba interesante el hecho de que el país escandinavo integrase la OTAN. Eso cambió cuando el presidente ruso, Vladimir Putin, inició la guerra de agresión contra Ucrania. A ello se sumó que la vecina Finlandia dejó en claro que no perdería tiempo en buscar la adhesión a la alianza.
Según señala el experto en política exterior y estudios de seguridad Oscar Jonsson, el “estado especial” sueco hacía tiempo que había desaparecido. Y agrega que, aunque la solicitud de adhesión a la OTAN fue presentada por muchos dentro y fuera de Suecia como el abandono de la preciada imagen del país como nación “neutral” y militarmente no alineada, en realidad, no eso no era así. “Unirse a la Unión Europea supuso un cambio mayor”, dice sobre esa decisión de 1995, “ya que la UE tiene autoridad supranacional y puede crear sus propias leyes, lo que afecta el modo de vida sueco de una manera mucho más tangible”. Pero la OTAN no tiene autoridad para afectar la legislación y hace todo por consenso, lo que significa que Suecia tiene que estar de acuerdo. “No se puede alterar completamente a Suecia sin el consentimiento sueco”, subrayó.
Lo cierto es que la incorporación sueca refuerza la presencia de la OTAN en el Ártico, donde Rusia tiene su “establecimiento militar más sensible, sus misiles balísticos lanzados desde submarinos, sus bombarderos estratégicos, y ahí es donde hacen gran parte de sus experimentos”, Acota Jonsson.
A las magníficas condiciones geoestratégicas de Suecia se suma que la nación nórdica aporta importantes activos militares al arsenal potencial de la OTAN.
El Wilson Center, con sede en Washington, señala tres grandes ventajas para la alianza: la industria de defensa sueca, una de las mayores de Europa, que produce algunos de los “equipos más atractivos del mercado”; el “alto nivel de competencia tecnológica del sector privado sueco”, y sobre todo, que “la Fuerza Aérea sueca es la mayor de los países nórdicos y una de las más potentes de Europa”.