DW.- Miles de manifestantes se congregaron el sábado en la céntrica Plaza Dos de Mayo en Lima, capital de Perú, en una protesta que promete ser “la más grande” y “con todas las sangres”, según los organizadores de las protestas que piden la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y cierre del Congreso y en las que han muerto hasta ahora 69 personas.
La movilización, también denominada paro nacional, fue convocada por gremios campesinos, organizaciones civiles y bloques estudiantiles de las regiones del sur andino Cusco y Puno, y de las regiones más postergadas en Perú, así como de Lima.
“Hoy salimos todas las sangres”, dice el llamado del Bloque Universitario, para otra jornada de manifestaciones contra el gobierno y el Congreso peruano, cargadas de reivindicaciones indígenas y reproches desde las zonas del país más ricas en gas, minería y tierras agrícolas que, sin embargo, viven en la pobreza con lo mínimo en derechos sociales, sobre todo en educación y salud.
“Nosotros no vamos a renunciar a esta lucha, la que tiene que renunciar es la señora usurpadora y el Congreso que arreglan todo para no tener que mejorarnos nada. Solo nos roban y le dan nuestras riquezas a las empresas que no son peruanas”, dijo la manifestante Romina Cuno, una mujer campesina de 37 años de Puno.
Nutridos grupos provenientes de los distritos más pobres en el norte de Lima arribaron corriendo y cantando “sí se puede”, mientras enarbolaban pabellones peruanos y la wiphala, la colorida bandera cuadrangular representativa de las etnias de Los Andes, constataron reporteros.
Otra movilización simultánea se dio en las calles del centro limeño, con unas 50 personas que se identificaron como la “Legión Patriótica”, y que afirmaron defender a la Policía peruana “por su accionar con los subversivos terroristas”.