Quo.- Un experimento con ratones relaciona la infección de las vías respiratorias por Chlamydia pneumoniae con el riesgo de padecer demencia, lo que, de ser cierto para los humanos, indicaría que hurgarse la nariz es un riesgo
La bacteria Chlamydia pneumoniae puede infectar el sistema nervioso central. En ratones, se ha descubierto que desencadena respuestas que coinciden con las observadas en las personas que padecen la enfermedad de Alzheimer, en particular, la acumulación de placas de la proteína beta amiloide, que es la principal forma de distinguir el Alzheimer de otras formas de demencia.
Aunque normalmente se piensa en la clamidia asociada a las infecciones genitales, la bacteria C. trachomatis que la produce es sólo una especie de un gran género bacteriano, cuyas especies infectan a muchos animales en lugares diferentes y dolorosos. Como su nombre indica, la C. pneumoniae es principalmente una infección del tracto respiratorio, incluida la nariz, pero la posibilidad de que pueda llegar desde allí al cerebro es lo que realmente tiene preocupados a los científicos.
El profesor James St John, de la Universidad Griffith de Australia, infectó ratones con C. pneumoniae y descubrió que la nariz de los ratones es una vía clave para la infección del cerebro, donde puede desencadenar patologías parecidas a la enfermedad de Alzheimer.
St. John reconoce que el trabajo necesita una réplica en humanos, aunque puede ser difícil realizar los estudios de la misma manera. Los jugadores de rugby y los boxeadores pueden estar dispuestos a asumir un mayor riesgo de demencia por traumatismo cerebral a cambio de la fama, pero pocas personas piensan en ese riesgo cuando se meten el dedo en la nariz. El hecho de que se haya encontrado ADN de C. pneumoniae en las autopsias de los cerebros del 90% de los pacientes con demencia es poco probable que sea una coincidencia.
Mientras tanto, los datos de los ratones son alarmantes, ya que la bacteria se extendió desde sus narices hasta los nervios olfativos y el cerebro en 72 horas. Las vías asociadas al Alzheimer se desregularon entre 7 y 28 días después de la introducción de la bacteria.
Si los humanos somos similares, dependemos del revestimiento interno de la nariz para evitar que las bacterias se propaguen por el nervio olfativo hasta el cerebro. El daño a esta capa en los ratones aumentó la propagación bacteriana a los nervios periféricos y al bulbo olfativo. Por este motivo, hurgarse la nariz y arrancarse los pelos de la nariz, que daña esta mucosa, representa un riesgo.
El Alzheimer no es la única razón para preocuparse por C. pneumoniae. Aunque sólo representa entre el 5 y el 20% de los casos de neumonía, se ha asociado con el asma y hay pruebas de que aumenta el riesgo de cáncer de pulmón. La presencia de C. pneumoniae en el líquido cefalorraquídeo de los pacientes con esclerosis múltiple en tasas mucho más altas que en los controles sanos indica la posibilidad de que sea el desencadenante que hace que el sistema inmunitario ataque al sistema nervioso