La Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype) ha alertado sobre una preocupante caída del 30% en las ventas del sector en comparación con el año anterior, según indicó Juan Carlos Vargas, secretario general de la organización. Esta situación, que afecta directamente a los productos con el sello “Hecho en Bolivia”, se atribuye a la falta de compradores y al aumento en los costos de producción.
De acuerdo con Vargas, uno de los factores principales que ha influido en esta caída es el incremento en los precios de las materias primas e insumos, que ha encarecido significativamente el costo final de los productos. Esta alza se debe, en gran medida, a la falta de dólares en el país, lo que ha limitado el acceso a los recursos necesarios para la producción. “Las materias primas han subido y no han bajado, nuestros costos de producción son muy altos. Lamentablemente, la población no prefiere adquirir nuestros productos”, explicó Vargas.
Este panorama ha generado consecuencias graves para las microempresas, que se ven obligadas no solo a lidiar con la subida de precios, sino también con dificultades para cubrir los costos operativos, como el pago a proveedores y la nómina del personal. Según el dirigente, varias microempresas se han visto forzadas a reducir su plantilla debido a la baja en la producción, que es directamente proporcional a la disminución de las ventas.
Una de las mayores preocupaciones del sector es el acceso a dólares, que, según Vargas, actualmente solo es posible a través del mercado negro o en las fronteras con países vecinos. “Se está pagando alrededor de Bs 10 por cada dólar, y esta situación es insostenible para los emprendimientos que luchan por mantenerse a flote”, expresó.
El sector pide al Gobierno que tome medidas inmediatas para aliviar la situación, ya que las microempresas, que son una pieza clave en la economía boliviana, están en riesgo de colapsar. Los empresarios solicitan soluciones que permitan garantizar el acceso a dólares y disminuir los costos de producción, a fin de poder competir en un mercado cada vez más exigente y de escasa demanda.
El impacto de esta crisis se siente no solo en las cifras de ventas, sino también en la estabilidad laboral de miles de personas que dependen de estos emprendimientos. El futuro del sector microempresarial depende, en gran parte, de las acciones que puedan tomarse en los próximos meses para revertir esta situación.