El exministro de Justicia, Iván Lima, sorprendió al revelar detalles de su tensa relación con Evo Morales, líder del Movimiento Al Socialismo (MAS), y afirmó que la reciente sentencia constitucional 1010 y el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ponen fin al debate sobre la reelección presidencial en Bolivia.
En una entrevista con Correo del Sur, Lima destacó que el informe 121/24 de la CIDH reconoce que la sentencia 1010 anula la controvertida sentencia 0084/2017, que permitía la reelección indefinida. Según Lima, este nuevo fallo cierra definitivamente la posibilidad de que Morales pueda postularse nuevamente. “No hay más discusión, el Tribunal Constitucional lo dijo, y ahora lo reconoce la CIDH”, enfatizó.
El exministro señaló que la sentencia 1010 establece que la reelección, ya sea continua o discontinua, solo puede realizarse una vez, limitando a los mandatarios a un máximo de 10 años en el poder, conforme al artículo 168 de la Constitución. En consecuencia, Lima sostuvo que no existe margen legal para que Morales sea candidato en las próximas elecciones.
La sentencia 0084/2017, emitida por el Tribunal Constitucional Plurinacional en 2017, había abierto la puerta a la reelección indefinida en Bolivia, lo que generó controversia en el país. Sin embargo, con la sentencia 1010 de diciembre de 2023, se reafirmó que “no existe derecho absoluto a la postulación indefinida”, poniendo fin a este debate.
Además de su análisis jurídico, Lima se refirió a su relación con Morales, calificándola de “difícil”. Aunque evitó entrar en detalles, afirmó: “No ha sido la relación más amigable entre el jefe de un partido y el ministro de Justicia de ese partido en el Gobierno”. Lima mencionó que las publicaciones de Morales en la red social X (anteriormente Twitter) reflejan esta tensión, y subrayó que nunca actuó en contra de su conciencia, independientemente de las presiones, incluso cuando provenían del exmandatario.
Tras tres años y diez meses en el cargo, Lima renunció como ministro de Justicia el pasado 25 de septiembre, cerrando un ciclo en el Gobierno de Luis Arce. Con su renuncia, dejó claro que la reelección indefinida no es ya una opción en Bolivia, al tiempo que reveló los desafíos de mantener su integridad en un entorno de tensiones políticas.