Agencias.- El 20 de octubre de 1986, el vuelo Aeroflot 6502 realizaba la ruta soviética entre Ekaterimburgo y Grozny. El capitán era Alexander Klyuyev y el copiloto era Gennady Zhirnov. A bordo viajaban un total de 94 personas. Ese día decidieron llevar a cabo la apuesta que más de una vez habían comentado: aterrizar el avión a ciegas.
Dos minutos antes del aterrizaje, a las 15:48 de ese día, el piloto ‘se llenó de valor’ y le dijo a Zhirnov, el copiloto, que tapara completamente las ventanas de la cabina. La aeronave estaba aún a 400 metros de altura. El piloto trataría en esos dos minutos de llevar el avión a la pista usando los instrumentos de vuelo y su intuición.
Según los informes, Klyuyev midió mal la altura. Poco antes de tocar tierra, pidió de nuevo tener visibilidad, pero ya era demasiado tarde. A las 15:50 el avión chocó en la pista de aterrizaje a una velocidad de 280 Km/h.
70 de las 94 personas (63 tras el impacto y 7 en el hospital) que viajaban en su interior murieron en esta absurda apuesta. Klyuyev se salvó y cumplió una condena de 15 años de cárcel. El copiloto, por su parte, murió de un paro cardíaco mientras rescataba a los pasajeros.