El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, ordenó el pasado viernes la suspensión de la mayoría de las ayudas exteriores, así como la pausa de nuevas asistencias, según reportó Reuters. No obstante, el comunicado oficial especificó dos excepciones clave: la asistencia militar a Israel y Egipto, y los programas alimentarios de emergencia, junto con los gastos administrativos relacionados.
Israel y Egipto, aliados estratégicos de Washington en el Medio Oriente, seguirán recibiendo asistencia militar anual por 3.300 millones y 1.300 millones de dólares, respectivamente. Estas cifras reflejan la importancia geopolítica de ambos países para Estados Unidos, especialmente en términos de estabilidad regional.
Esta decisión contrasta con el impacto que tendrá la suspensión en otros países, como Ucrania, que dependió de apoyo financiero significativo durante la administración anterior. El futuro de los programas de ayuda a Ucrania, así como a otras naciones como Taiwán, Estonia y Colombia, será evaluado en los próximos 85 días, según el comunicado.
Anteriormente, el gobierno de Joe Biden había solicitado al Congreso financiamiento para 2025 destinado a varios países, incluidos Ucrania, Jordania y Filipinas. Sin embargo, las prioridades de la política exterior parecen haber cambiado, con un enfoque renovado en los aliados históricos en medio de las crecientes tensiones globales.
Esta medida marca un giro significativo en las relaciones internacionales de Estados Unidos, reafirmando la posición central de Israel y Egipto como socios clave en el Medio Oriente, mientras que otras regiones enfrentan incertidumbre sobre el futuro de su respaldo estadounidense.