NCYT.- La aventura espacial tiene su lado oscuro pues ha ido dejando todo un basurero sobre nuestras cabezas. La situación se está poniendo tan complicada que es necesario limpiar nuestro espacio cercano si queremos seguir nuestro camino a las estrellas.
El Sputnik 1 debería ser el primer resto de basura espacial existente, y sin embargo no lo es: se desintegró un mes después de su lanzamiento en la atmósfera terrestre. En realidad, es el segundo satélite lanzado por Estados Unidos en 1958, el Vanguard 1, el resto más antiguo que sigue orbitando la Tierra junto con otros muchos vehículos inactivos o restos de naves. Estos restos es lo que llamamos basura espacial y que la NASA denomina “desechos orbitales”, esto es, todos los objetos artificiales que orbitan la Tierra y ya no son útiles.
Actualmente, la mayoría de los objetos rastreados son naves en desuso, fragmentos de explosiones, colisiones o trozos de satélites o cohetes. Además, existe evidencia de una gran cantidad de restos de difícil rastreo por su tamaño. La Agencia Espacial Europea estima que hay unos 900 000 objetos de más de 1 cm y 128 millones de objetos de más de 1 mm dando vueltas alrededor de la Tierra. Algunos de estos restos son simplemente objetos que los astronautas han ido perdiendo de forma accidental como tornillos, herramientas, cables…. o que en los primeros años de la estación espacial soviética MIR y de la Estación Espacial Internacional se lanzaron al espacio directamente, como la orina de los astronautas. A esto hay que añadir los restos estructurales de lanzadores y del despliegue de objetos espaciales, trozos de pintura, tanques de combustibles…
Los culpables de la basura espacial
La creación de basura espacial de forma intencionada no es nada nuevo. En la década de los 60 los Estados Unidos quisieron poner en marcha lo que llamaron el West Ford Project del MIT Lincoln Laboratory para la Fuerza Aérea. Pretendían crear un cinturón en una órbita casi polar, de 8 kilómetros de ancho y 45 de espesor, formado por pequeños trozos de alambre de cobre para conseguir un incremento en la ganancia en las señales de las comunicaciones militares: de los dos intentos llevados a cabo ninguno tuvo éxito y de los 480 millones de agujas que se lanzaron en 1963 la mayoría permanecieron agrupadas convirtiéndose en basura espacial. Años después, se rastrearon 144 grupos si bien la mayoría de aquellas agujas resultan irrastreables debido a su diminuto tamaño.
Pero no seamos ingenuos y creamos que eso solo sucedía en el pasado; en nuestros días la cosa no ha ido a mejor. En noviembre de 2021 Rusia decidió realizó una prueba de misil anti-satélites, provocando una situación de emergencia medioambiental mundial por basura espacial. Este tipo de pruebas llevan más de 35 años teniendo lugar y en todos los casos la mayoría de los restos generados se dispersan por sus órbitas.