Bolivia busca diversificar su economía, tradicionalmente dependiente de la explotación de materias primas, hacia una economía creativa, un enfoque que prioriza la innovación y el talento humano. En este contexto, la educación, la moda, el desarrollo de software y las actividades de ocio han emergido como pilares de un nuevo modelo económico que pretende transformar el país. El libro Creatividad y emprendimiento: nuevas economías en Bolivia, presentado en el II Foro Internacional de Economía Creativa, explora el potencial y desafíos de este sector.
La educación: clave para una economía creativa
La educación es vista como el principal motor de esta transformación. Investigadores como Mauricio Moscoso y Diego Boulocq sugieren que el cambio hacia una economía creativa requiere un sistema educativo menos rígido y más orientado a la innovación. Boulocq destaca la necesidad de un modelo educativo flexible y dialogante, que se aleje de la tradicional enseñanza memorística y fomente el pensamiento creativo. Los expertos coinciden en que la educación es crucial para generar una economía sostenible, impulsada por el talento y la creatividad de la juventud boliviana.
Moda e inclusión de género
La industria de la moda en Bolivia también tiene un impacto importante en la economía creativa, especialmente en términos de equidad de género. Según la economista Valeria Salinas-Maceda, el 72% de la fuerza laboral en este sector son mujeres, muchas de las cuales trabajan en microempresas. Sin embargo, persisten desigualdades salariales y barreras para el liderazgo femenino. Salinas-Maceda subraya la necesidad de políticas públicas que promuevan el empoderamiento de las mujeres en esta industria y ayuden a reducir las brechas de género.
Desarrollo de software: un sector en expansión
El desarrollo de software en Bolivia representa una oportunidad para diversificar la economía. Investigadores como Alex Ojeda y Valeria Peredo señalan que, aunque el país no compite al nivel de las grandes potencias tecnológicas, existen empresas locales, especialmente en Cochabamba, que se orientan hacia el mercado exterior. Los programadores bolivianos tienen salarios superiores a la media nacional, y su trabajo, en gran medida destinado a la exportación, muestra que este sector puede ser una fuente importante de ingresos y empleo para el país.
Ocio y recreación: más que entretenimiento
El ocio y la recreación también aportan valor a la economía creativa. Según Daniel Moreno Morales y Wara Moreno Barroso, más de la mitad de los bolivianos participa en actividades recreativas mensualmente, siendo el fútbol la más popular. Estas actividades, aunque vistas tradicionalmente como “juegos”, tienen un impacto económico significativo y ayudan a construir capital social. Sin embargo, se observan desigualdades en la participación, con menor acceso para mujeres y personas de mediana edad.
Desafíos
Este enfoque hacia una economía creativa plantea desafíos y oportunidades para Bolivia. Andrés Zaratti, exsecretario municipal de Culturas de La Paz, enfatiza la importancia de estudios como los presentados en el libro, que brindan datos y recomendaciones para guiar las políticas públicas. Para Zaratti, el Estado debe desempeñar un rol más activo en la promoción de la economía creativa mediante incentivos y reformas educativas que favorezcan el crecimiento del talento local y refuercen el desarrollo de industrias culturales.
La apuesta de Bolivia por una economía creativa no solo busca generar ingresos, sino también promover un desarrollo más inclusivo y sostenible, basado en el talento y la creatividad de su gente.