L.O.-El pan es, sin lugar a dudas, uno de los alimentos más famosos de los hogares españoles. Su bajo precio, junto a una larga tradición, convierten a esta mezcla de harina, agua, sal y levadura en el producto top de la dieta mediterránea. El pasado mes de abril entró en vigor la nueva normativa que reduce los contenidos máximos de sal en el pan. El objetivo, según hace hincapié el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, es “ofrecer a los consumidores un producto más saludable”.
La norma establece que la cantidad máxima de sal debe ser de 1,31 gramos por cada 100 de pan. Además, también define de una forma más clara los distintos tipos de panes: integrales, de cereales o de semillas, así como su forma de elaboración, artesanal o con masa madre.
La diferencia entre el pan blanco y el integral es su elaboración. El blanco está producido con harinas refinadas, es decir, con la parte del grano que queda tras haber eliminado el salvado y el germen. Sin embargo, el pan integral, está hecho con harinas a partir del grano entero.
Aunque la FEN advierte: “Hay que diferenciar entre auténtico pan de trigo integral y el pseudo integral, al que se le ha añadido artificialmente fragmentos de salvado a la harina blanca. Este pan ha sido elaborado con grano que no contiene el germen, la parte más rica en vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales, por lo que su calidad es inferior a la del pan integral auténtico”. La fibra es otra importante diferencia. Los panes blancos, al ser elaborados con harinas refinadas, eliminan propiedades esenciales para nuestro organismo, como la fibra, que no solo es el gran amigo para tratar el estreñimiento, sino que también ayuda a controlar los niveles de colesterol, provoca sensación de saciedad y retarda la absorción de glucosa.
En cuanto a la fuente de nutrientes y sustancias no nutritivas: hidratos de carbono complejos, fibra, selenio, sodio, fósforo, hierro, magnesio, tiamina y niacina. El blanco, en cambio, tiene selenio y zinc.
“Teniendo en cuenta su valor nutricional, el pan debe constituir una parte destacable en la dieta, tratando de estar presente en prácticamente todas las comidas, desde el desayuno a la cena. El hecho de no consumirlo de forma habitual contribuye a desequilibrar de manera importante el perfil calórico de la dieta”, especifica la Fundación Española de Nutrición.
La razón es que aumentaría el porcentaje total de calorías provenientes de alimentos ricos en grasas o calóricos. Los expertos recomiendan que el porcentaje total de las calorías diarias se debe repartir de la siguiente manera: 55% hidratos de carbono, 15% proteína y 30-35% grasas.
Propiedades nutricionales
Sin duda, el pan integral nos aporta más propiedades nutricionales que el blanco. No obstante, apenas hay diferencia en su contenido calórico. De acuerdo a los datos de la Fundación Española de Nutrición, 100 gramos de pan blanco aportan 277 calorías, mientras que el integral apenas tiene 19 calorías menos: 258. Respecto a la fibra, como ya se ha comentado, sí que hay diferencias y el pan integral es el rey: 8,5 frente a 2,2 gramos por cada 100 gramos de pan.